Esta mañana desayunando nos encontramos con tres mendocinos que vienen de Indonesia y paran en el hotel, fue una alegría hablar castellano después de tanto tiempo, le pasamos nuestras experiencias, la dirección de Paul y charlamos del viaje que están haciendo, que arrancaron en Nueva Zelanda.
Para relajar nuestro espíritu fuimos a ver a los famosos pandas. Por supuesto no reparamos en que era sábado y miles de chinitos con sus papás tuvieron la misma idea, pero el zoológico es grande como todo y ocupa varias hectáreas con zonas de recreación para que la gente pueda comer y pasar el día, así que entramos todos sin chocarnos.
Los pandas son ante todo perezosos. De los 6 que vimos, 4 estaban durmiendo hechos bolita. Uno de ellos, el más simpático, comía brotes de bambú echado contra un tronco y el último buscaba algo en un rincón. Son tan lindos como los de peluche, pero más grandes y realmente es una pena que estén en extinción.
Pasamos por la zona de los monos, que estaban de lo más activos jugando de rama en rama, los osos, que para pedir comida hacen monerías y los grandes felinos. Se nos fue en eso medio día.
Terminada la visita fuimos a visitar un Hutong que es famoso por lo comercial. Caminamos por el barrio y al llegar a la zona de los negocios, sorpresa miles pero miles de miles de chinos comprando en un complejo comercial de varios pisos, de varias cuadras de largo, conectados entre si por puentes que cruzaban la avenida a distintos niveles. Anduvimos un poco, porque la cantidad de gente era realmente mucha.
Volvimos al hotel y nos preparamos para nuestro último día en Beijing.